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sábado, 15 de octubre de 2011

Calidez

Hoy me han recordado que hace mucho que no escribía, no es por falta de argumentos. Como mi trayecto al trabajo es largo me da tiempo a pensar en cantidad de cosas que me gustaría comentar, algunas veces no lo hago intencionadamente, he aprendido con el paso de los años que se piensa mejor en frío que en caliente y dejo pasar momentos en los que me lanzaría con cosas que me sublevan. Hace unos días asistí al Congreso Nacional de Geriatría y Gerontología, siempre se aprenden cosas y se intercambian opiniones con otros profesionales. La verdad es que al contrario que hace un tiempo en los que me sentía como una pulga en un circo creo que las pequeñas residencias son muy importantes y que nuestra labor debería ser más contemplada y apoyada por organizaciones de profesionales que hablan siempre de macro proyectos y que casi consideran nuestro trabajo como algo a extinguir. Envidio sanamente los medios que tienen algunos centros pero sin embargo cuando los visito no veo mucha diferencia entre las personas mayores que están institucionalizadas con las que yo atiendo diariamente. Sinceramente creo que nosotros tenemos con ellos una cercanía mucho mayor y sin olvidar nuestro componente profesional se sienten más como en una casa grande que en una residencia. Personalmente les dedico mucho tiempo de mi jornada laboral, las puertas de mi despacho siempre permanecen abiertas, hay mañanas que entre unos y otros no hago otra cosa que escucharles con sus cosas. Las auxiliares les conocen perfectamente a todos, a sus familias, saben en todo momento su estado y situación y detectan cualquier cambio inmediatamente. Lloran y ríen con ellos. No tenemos lujos, ni medios sofisticados, somos profesionales pero tenemos algo muy importante que se llama calidez, algo que no se puede medir ni cuantificar pero que es vital cuando se trata de cuidar personas.