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martes, 9 de febrero de 2010

Comenzando y haciendo memoria

Siempre me ha gustado escribir e incluso he publicado en alguna revista, sin embargo mi trabajo actual me lleva mucho tiempo y tengo abandonada esa faceta de mi vida. Llevo un tiempo queriendo dejar de alguna manera plasmados mis momentos buenos y malos en mi profesión. Por un lado creo que si alguien los lee puede sentirse identificado y por otro simplemente quiero obligarme a recapacitar sobre muchas cosas importantes que vivo a diario.
Hace cinco años acepté la tarea de dirigir una pequeña residencia geriátrica en un pueblecito de Castilla. Recuerdo que mi primer día ya fue accidentado, nevaba y la carretera estaba impracticable pero mi ilusión por comenzar hizo que llegara sin preocuparme de nada más.

Mi llegada fue acogida con mucha expectación tanto de los residentes como de los trabajadores, me imagino que muchos de ellos pensaban quién sería la persona que les iba a "mandar". Yo en el fondo estaba asustada, no sabía por donde comenzar y me dediqué a explorar todos los rincones del Centro. Lo primero que hice fue colocar una fotografía de mi padre en mi despacho. Era una foto realizada tres días antes de su muerte en una residencia. Mi pensamiento fue: "voy a intentar hacer lo que hicieron bueno contigo y a evitar lo que no me gustó". El Centro era bonito, luminoso y con mucho espacio pero en aquel momento transmitía mucho desorden y caos. La ropa de los residentes se secaba en los pasamanos de los pasillos, la razón era una cuestión de comodidad del personal, lavaban por la noche, la ponían a secar y por la mañana se la volvían a colocar a los residentes, de este modo no hacía falta colocarla en los armarios. Mi primera orden fue la de prohibir terminantemente esta cuestión. Más de una debió pensar. "ya llegó la pija de turno". Los residentes me miraban de arriba a abajo y en ese momento entendí que mi labor no iba a ser nada fácil, ante mí tenía cuatro frentes con intereses totalmente distintos. Por un lado los residentes, los personajes más importantes de esta obra, con sus frustraciones, su historia pasada, sus necesidades afectivas, su tiranía y siempre protestando por todo. En otro extremo las cuidadoras, nunca satisfechas con su trabajo, sin saber valorar su labor y siempre protestando por todo. En medio las familias, intentando camuflar su sentido de culpabilidad y siempre protestando por todo. Por último estaba quien me contrataba que no protestaba por todo pero a quien tendría que rendir cuentas. Así comenzó mi andadura.

4 comentarios:

  1. Hola Marilia, espero que las próximas entradas que escribas nos hables un poco de ese sentimiento de culpabilidad de los familiares.

    Saludos!

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  2. De las profesiones y trabajos que he podido observar a través de mi periplo, algo extenso, ninguna me ha ocasionado más impacto que la que llevan a cabo ésas directoras y empleadas de ésas residencias geriátricas, que tratan, y lo consiguen en su casi totalidad, de cuidar de ésos "niños" en decadencia, llenos de caprichos, de frustraciones, de regresiones, y en ocasiones de faltos de amores filiales.
    Es un trabajo duro, a veces muy duro, pero que se solventa con una sonrisa, con una mirada cariñosa, con una caricia, haciendo sentir a ésos seres, en otro tiempo llenos de vida y de luz, como personas que se preparan para su final,con la serenidad y la tranquilidad de haber dado toda su vida por los suyos, por los demás.
    Gracias, Sra. Directora, gracias empleadas y auxiliares, porque a todos nos gustaría, cuando nos llegue ése estado, poder recibir ésos mimos, ésos cuidados, de personas como ustedes. Gracias.

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  3. hola,soy auxiliar de enfermería y trabajo como gerocultora,en estos momentos estoy mas quemada que nunca,a mi me gusta mi trabajo y si que lo considero importante,el problema que hay hoy en día es la falta de personal y material,en el centro que trabajo somos 5 geros para mas de 100 residentes,no tenemos esponjas y aveces ni toallas y para colmo la supervisora no para de echarte la bronca,porque vamos muy lentas y por tonterías.Así no se puede trabajar,hace que un trabajo que te gusta se convierta en un infierno,me gustaría denunciar a todas las residencias que tengas las mismas condiciones,para que llevasen un poquito mas de control.¡¡¡¡ES INHUMANO!!!!

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  4. Impotencia (un nombre triste), lamento que te sientas así. Muchas veces en el trabajo no se dan las condiciones que querríamos pero aún así debemos intentar tener ilusión por lo que hacemos. Si no hay esponjas ni toallas es complicado que podáis limpiar adecuadamente a los residentes, en este caso debéis preguntar a la supervisora cómo hacer vuestro trabajo, ¡a lo mejor ha inventado un método que desconocemos! Supongo que si preguntaras a alguna de las personas que trabajan conmigo también podría contestar que en ocasiones me enfado por algo que ellas no consideran importante. Una cosa no podrán negar y es que mis métodos de trabajo están sujetos a modificaciones que sugieran, siempre y cuando no vayan en detrimento de la atención a los mayores. Ten en cuenta que a veces se puede trabajar más cómodamente pero ello implica un perjuicio aunque sea mínimo para el residente. Mi consejo es que busquéis soluciones de trabajo y las planteéis con serenidad.
    Espero que algún día vuelvas a escribir y que tu apodo sea “ilusión”

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